“Lo mejor que el mundo tiene está en los muchos mundos que el mundo contiene, las distintas músicas de la vida, sus dolores y colores: las mil y una maneras de vivir y decir, creer y crear, comer, trabajar, bailar, jugar, amar, sufrir y celebrar”.
Fragmento de “Patas arriba”, de Eduardo Galeano
Nadie puede permanecer ajeno o impasible ante esta difícil situación que atravesamos a nivel global. En un mundo que cambió, y lo hizo de golpe, la educación en todas sus dimensiones; niveles y modalidades, con todos sus actores, con todo su impacto, ha sido uno de los ámbitos que más rápida y creativamente ha debido dar respuestas a toda la sociedad.
En las últimas semanas, la reflexión en torno a esta circunstancia y la respuesta del sistema educativo ha proliferado por todos los medios. Muchas observaciones coinciden con nuestros pensamientos, muchas observaciones ponen en palabras nuestros sentimientos: no estábamos capacitados para una eventualidad de esta magnitud; los hogares de los estudiantes y los docentes no están preparados para realizar estas actividades educativas, y todas las que obligatoriamente confluyan, de todas las personas que habitan esos espacios; estudiantes y docentes que se ven afectados por momentos de desgano propios del aislamiento y la imposibilidad de realizar sus rutinas habituales; no estamos impulsando un cambio de educación presencial por virtual, estamos sosteniendo un cambio de educación presencial por virtual en el marco de una pandemia.
El panorama se torna impredecible. Y esta situación, para un sistema que hace 200 años sostiene ritos, espacios y cronogramas, se convierte en un punto de inflexión, de quiebre, que nos obliga a repensar nuestra misión, a interpelarnos. Y necesitamos hacerlo teniendo en cuenta un eje, una centralidad que no se diluya en la creciente marea de opiniones y análisis: para nosotros, la educación es encuentro. Esa es la esencia, es el eje y es lo que, en cualquier situación o circunstancia, se necesita. La educación es encuentro y, en él, configuramos no tan solo el acceso a un mundo de saberes, sino algo mucho más potente: la comunidad que somos y que ampliamente supera las dimensiones pedagógicas y administrativas. Como comunidad asistimos y nos asisten, ayudamos y nos ayudan, dialogamos. Somos comunidad porque hay vínculos. Mantener ese vínculo fortalecido se convierte en lo más importante. La virtualidad
también cumple con ese objetivo de vincular, de resguardar y amparar desde lo afectivo, y en términos de contención, para que juntos, sintiéndonos cerca, podamos ofrecer en nuestra “escuela a distancia” una alternativa para atravesar este duro momento.
Queremos subrayar lo antes dicho: nuestro eje es el encuentro, el vínculo con el otro. Sabemos que hoy los medios, los lugares, los horarios se han visto alterados. Pero necesitamos que todos juntos sostengamos esta visión. Hasta ahora, nuestro instituto contaba con una sede central y cinco sedes periféricas. Hoy, nuestro instituto tiene seis mil sedes: cada una de los hogares de nuestros estudiantes que hoy nos abren sus puertas. Es un enorme desafío, lo sabemos, pero no dudamos un momento de que nuestra comunidad no dejará de lado esta tarea de encuentro, así como tampoco hará oídos sordos a todas las problemáticas que se agudizan en esta situación de aislamiento, especialmente la depresión y la violencia.
Somos una comunidad porque compartimos valores, una visión del mundo, una esperanza. Nuestra misión se sostiene en nuestras convicciones y hoy, más que nunca, en el amor por los demás.
Equipo de Gestión IES 9-001
Noticia publicada el 02/04/2020 en la categoría NOTICIAS GENERALES ( Noticias de interés general (para todos los grupos) )
(Centro de Comunicación Institucional y Educación a Distancia)
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