Un maestro es un verdadero referente para sus alumnos, pero no solo cuando enseña, sino un maestro del cual se aprende. Un maestro que guía, que sabe escuchar y entiende; que detecta problemas y sabe aconsejar a tiempo.
Un maestro no es un mero expositor-evaluador, es alguien que impulsa y practica valores universales; es alguien convencido que debe existir una sociedad justa y equitativa donde la comunidad logra desarrollarse en forma pacífica.
De esta manera el maestro se convierte en un ser entrañable e inolvidable para sus estudiantes y merece toda nuestra admiración por jugar un papel fundamental en nuestras vidas y en las vidas de nuestros sucesores. Una persona que sabe de responsabilidad, de entrega, de profesionalismo, pero sobre todo, de amor y respeto por el ser humano. Alguien que se preocupa y ocupa de los demás.
No hay verdadero maestro en quien no siente amor por su profesión y un impulso constante por incrementar, desarrollar sus habilidades y conocimientos y de esta manera compartir lo mejor de sí, con información preeminente que optimice el proceso de enseñanza y aprendizaje.
La educación debe ser vista como una matriz fundamental para el desarrollo de las Naciones, puesto que el fin es lograr ciudadanos comprometidos con su País y el conjunto de la sociedad. El maestro es el instrumento fundamental y su vocación de servicio transforma de manera efectiva el entorno.
Por ello hay que reconocer la tarea loable de nuestros maestros, por la pasión por su trabajo y por su actitud generadora de ideas y conocimientos.
La labor de un buen maestro siempre dejará una huella imborrable.
En el mundo en que estamos viviendo, hoy, más que nunca requiere de estos educadores; sostén para la educación y quienes a través de su exigencia, comprensión, supervisión, compromiso, entrega y paciencia, hacen del proceso de enseñanza una experiencia maravillosa.
Hermosa reflexión!gracias,me siento identificada.