5 comentarios en «Reyes Magos»

  1. Te agradezco, ya que tener un deseo es la base de la felicidad. Cuando una persona pierde el deseo, pierde sus ilusiones, olvida sus sueños y lo más peligroso es que pierde la fuerza para pelear por los mismos. Tener un deseo es como poseer una luz que siempre está encendida y brilla,( bueno ahora como tener una buena lámpara led), pero es tan profundo y significativo para una persona tener un deseo como el mismo hecho de estar vivo.
    Yo también quiero desearles a todos, que busquemos en los lugares más olvidados de nuestro ser y recuperemos el deseo, y que esto nos movilice a recuperar como decía Peeter Pan …» Nuestro pensamiento feliz»…
    Dicen que quien desea algo con mucha intensidad, muchas veces lo consigue, y si no lo alcanza, por lo menos es testigo de sus transformaciones para alegrarse por las mismas.
    Yo deseo que volvamos a ser el hermoso Equipo de trabajo, que sin rivalidades ni pujas por el poder mezquinas, pensaba en el bien común, en facilitar el acrecentamiento de las capacidades latentes de cada uno y ayudaba a que éstas pudieran desarrollarse en un contexto movilizador y participativo.
    Deseo que volvamos a ser felices al entrar a la Institución, que tengamos siempre una sonrisa o palabra de aliento para todos, que volvamos a ser generosos de corazón y de nuestros saberes y experiencias.
    Deseo que nuestra Comunidad se recupere y se reconstruya pacíficamente, dando espacio a cada integrante de la misma y propiciando la participación de todos para engrandecerla.
    Deseo que los rencores sean olvidados, que nos reencontremos unidos por un mismo objetivo: «El bien común», y no el bien para unos pocos…

    Qué lindo Rubén tu deseo…, verdaderamente elocuente, sintético, claro, y conmovedor.
    Gracias.
    Mar

  2. Me quedé muy etimulada con el comentario sobre tu deseo de que tengamos un deseo. Me trajiste a la memoria a las palabras de un profe que tuve en mi primer año de universidad allá por el 1985, en la materia Introducción a la Artes, un genio!!! Carlos Mémoli, escribió con abdulio Giúdicci sobre arquitectura.
    El siempre nos leía fragmentos de  textos de Antonín Artaud, entre otros autores.

    Transcribo uno…al hombre despojado de todo, hostilizado, acosado  y que ya nada tiene que perder, le queda la riqueza incalculable de la palabra. Descubre que la palabra es su bien más preciado, y el único bien inalienable cuando se la somete a las normas del lenguaje convencional, cuando se la emplea como instrumento de transgresión. La palabra le ofrece incalculables poderes latentes, y entre ellos, la posibilidad de salir de sí mismo y encontrar al otro»…, como dice Heidegger, …»La palabra es el recinto del ser»…
    Cuando la palabra logra ese resultado, se explica que los detractores del poder quieran ahogarla, quieran anularla.

    Recomiendo su lectura.
    Mar

  3. Es muy seguro que este poema lo conozcas, pero no está mal repasarlo. Siempre parece nuevo y será justamente por que está lleno de palabras, palabras ubicadas estrategicamente para estamparse ante la indiferencia.

     

    La palabra

     

    Pablo Neruda
    De Confieso que he vivido

     

     

    …Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

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