Si algo no necesita la primavera, es ser anunciada; se presenta sola, con colores, con fuerzas renovadoras, con sonidos y aromas. Quizás ese componente, de alguna manera u otra, nos afecta. También es conocida como la estación del amor, pues es vieja la creencia que durante esta época se producen mayores noviazgos y matrimonios.
Lo cierto es que venimos de un crudo invierno, cargado de incomprensión, de clamores constantes por justicia, pan y trabajo. Pero nada nos ha amedrentado para festejar con alegría esta mañana diáfana, donde aún, todas las utopías están en pie. O como diría el poeta:
Con la primavera
Viene una ansiedad
De pájaro preso
Que quiere volar.*
Y ahí vamos, deshojando tristezas, en busca de un nuevo día.
*Antonio Machado