El aparecido

El aparecido

( un relato )

Apenas sostengo algunos recuerdos de lo que fui, y todo resulta tan oscuro y doloroso que preferiría seguir soñando eternamente.

Pero algo me despertó, me llamó desde un mundo figuradamente distante. Demoré un tiempo en entender  que estaba en el lugar de mis últimos recuerdos. Una celda  fría, húmeda, con olor a orines y sangre seca; pero algo cambió,  hubo un  brillo extraño y atemporal en un ahora convertido en un museo de silencios; y fue ahí que advertí a ese joven imaginándome, soñándome, recomponiéndome; tratando de entender mi agonía. Pidiéndome disculpas en nombre de desfasados inquisidores.

Un muchacho.Hablo de un joven  en esa edad indefinida en que la mente pregunta y se pregunta incansablemente por la realidad, hasta agotar el discurso, para luego  ver sin interpretar e incorporar el ver para sentir de verdad.

Un firulete del tiempo me despertó, ya no en la miseria que hicieron de mí. El joven me despertó en su esperanza, en su desazón y aparecí como aparece un sentimiento de ternura.

Aquí estoy. He dejado atrás todas las muertes de los muertos, toda la impotencia contenida, todos los finales implacables, todo el dolor premeditado, toda la maldad organizada y toda la hipocresía  rezada como un Padre Nuestro.

Sí. Aquí estoy. He dejado de ser una imagen buscada, una foto desteñida o una lágrima cristalizada.

Estoy vivo y  entre ustedes  y mi corazón late en sus esperanzas de futuro. Mi realización se va completando  cuando alguien extiende  una mano a quienes están abajo y ocultados descaradamente.

Estoy vivo cuando eso tan misterioso como puro, flamea en las entrañas. Eso que no puede  morir, y presiento que en este preciso momento está iluminando el recinto en este efímero instante de tiempo que nos toca vivir.

Pero verdaderamente estar vivo o muerto es una sutil diferencia que  tiene que ver con una acción consiente. Con la clara comprensión que la vida  debe ser la continuidad de lo mejor  que podemos hacer por los otros.

Estoy vivo… Observen  y vean qué  sostiene sus luchas. Eso invisible se multiplica y materializa en  el otro, en el semejante. Esa idea indefectiblemente siempre cobrará vida cuando la mirada sea como la de aquel joven que me trajo hasta aquí, para decirles que vale la pena potenciar la vida, en ustedes y en sus incansables luchas, para que la memoria de nuestro pueblo desequilibre las cargas con más alegrías que tristezas por compartir.

Brindo por ustedes y por las vidas que tenemos que defender inclaudicablemente.

 

 

Deja un comentario