Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor. (El amor en los tiempos del cólera).
¿Cuánto de pensamiento mágico hay en los latinoamericanos?. El análisis de tal pregunta demanda hacer un recorrido humano por el contexto geográfico. Posiblemente García Márquez puso el acento en las emociones, la pasión, la belleza oculta de lo cotidiano, la sensualidad y se despertaron algunos elementos propios de la magia. Recorriendo las páginas de sus libros es posible que en algún punto nos reconozcamos. Tal vez el escritor ideó un gran espejo donde mirarnos y aceptar la imagen que este nos devuelve. Lo comprendido y lo interpretado suele tener sus variantes. Realismo mágico puede ser un juego; la realidad presente dentro de la obra literaria invita al lector a entrar en un mundo en el cual las situaciones más inverosímiles también son posibles, sin tener que buscarles explicaciones. La explicación puede estar en la cultura vivenciada. Las primeras traducciones de “Cien años de soledad” eran incomprensibles para el común de los lectores ingleses, un reconocido catedrático viajó a Colombia y compartió durante un buen tiempo la incorporación del medio donde vivía Márquez, tal vez para mirar como mira el “otro”. El sentido multifacético del tiempo en “Cien años de soledad”, discurre entre lo eterno, lo lineal y lo cíclico y refleja una prosa rítmica cercana a la tradición oral. Este recurso confiere a sus escritos un carácter distintivo de mito oculto, cuestión que llevó a los críticos a considerarla como una de las obras fundadoras del género literario conocido como realismo mágico. El autor de la obra ya no está, quedan las ideas, los relatos y un momento de intimidad para dialogar en soledad.
Hasta siempre Gabriel, si me permite…
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Lengua y literatura ¿?