Pensamiento Latinoamericano

 

 

Fragmento de entrevista a Enrique Dussel*

Acaban de cumplirse 40 años desde que Nixon inició el enfoque combativo a las drogas y no parece augurarse ninguna victoria. ¿Qué posición toma usted en el debate sobre la legalización de las drogas?

Yo recuerdo muy bien que cuando se lanzó la lucha que prohibió la droga, se entendió que era un sustituto de la lucha neocolonial de Estados Unidos en América Latina y la presencia del ejército norteamericano con sus bases. Se descubrió el negocio gigantesco que era y entonces se incrementó y sirvió para un doble fin: la presencia militar y el negocio de la venta de armas. Si las drogas, algunas o todas, se legalizan, pierden precio y entonces ya no es tan negocio. Si se usara el dinero en mostrar el daño cerebral que hace y en educación en masa para la juventud, entonces se harían las cosas con otros fines. Vamos a terminar en eso, como con el alcohol. Es cuestión de tiempo. Pero tiene que ser una medida adoptada por todos los países, que no pase como en Holanda que legalizó, pero hizo un oasis donde los drogadictos se reúnen. Esa tampoco es la solución, tiene que ser más general, más generacional.

Hay un debate sobre la naturaleza humana que gira en torno a la violencia, una de las partes sostiene que la violencia humana es producto de nuestra propia naturaleza animal, la otra afirma que la violencia humana es producto de la historia. ¿Cómo responde a este debate la filosofía de la liberación?

Dijo Hobbes “Homo homini lupus” —en realidad, esta frase es de Plinio—. Para el hombre, el lobo es un animal peligroso; entonces, si un hombre o un ser humano toma la función del lobo en la especie humana, destruye a los otros hombres. En realidad, el lobo no es lobo para el lobo, es el animal más cariñoso, más afectivo y más defensivo de su especie. Si el hombre fuera como el lobo para el lobo, sería un animal completamente solidario. Lo que pasa es que un cierto darwinismo social nos está haciendo creer que el ser humano es egoísta, competitivo, como en el mercado. Si la especie humana fuera así, habría desaparecido hace cientos de miles de años. Hay gente que es autista, egoísta, pero no puede ser la mayoría. Nos olvidamos de los millones de actos cotidianos de la gente solidaria que es la que hace funcionar el mundo. La que cada mañana se levanta para ir a trabajar y sonreír a la gente y decir “buenos días”, la madre que alimenta al hijo y el profesor que da su clase por amor a sus discípulos y todos los demás. No estoy de acuerdo en esa antropología implícita del capitalismo liberal que nos hace creer que somos seres individuales, competitivos. No puede ser, el ser humano no es lobo para el ser humano y, si lo fuera, habría desaparecido como especie hace muchos millares de años.

¿Es posible alcanzar la liberación por medios apegados exclusivamente al derecho y a través de las instituciones, puede alguna vez la democracia liberal significar la liberación de los pueblos oprimidos en Latinoamérica?

Yo al neoliberalismo no le concedo ni el primer paso. Cuando dice “hay individuos libres”, digo: no hay individuos, hay comunidades y nunca son libres sino institucionalizadas, y no es un contrato lo que le da la socialidad sino siempre es a priori. Ahora, lo normal, sería el estado de derecho pero, en América Latina, nunca se ha dado. El estado de excepción es cuando ponemos al estado de derecho en problemas y el estado de rebelión es cuando la gente sale a las calles y deja al estado de excepción en el aire, es como con De la Rúa, en Buenos Aires. Propuso estado de excepción y todos salieron y lo destituyeron. Ese es un estado de rebelión en el que se pone de manifiesto que el pueblo es la fuente del poder. El grito “¡que se vayan todos!” no es una expresión empírica, sino un grito de alerta que recuerda a las instituciones que el pueblo es su fundamento. El estado de rebelión, sin organización ni institucionalización, cae en el espontaneísmo de nuevo. Tiene que surgir de la participación organizada y la representación reconstruirá y no recauchutará; no va a hacer un legalismo mejor, sino un sistema político que no sea nada igual y que tenga una representación auténtica, no la liberal, que es ficticia.

 

*Extracto de la nota “La violencia es fruto de la pobreza” Enrique Dussel

Periodista: Alicia Hopkins | México.  13 de agosto de 2011 | http://www.filosofia.mx/

 

 

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