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  1. Piedra de sol

    Un sauce de cristal, un chopo de agua,un alto surtidor que el viento arquea,un árbol bien plantado mas danzante,un caminar de río que se curva,avanza, retrocede, da un rodeoy llega siempre:un caminar tranquilode estrella o primavera sin premura,agua que con los párpados cerradosmana toda la noche profecías,unánime presencia en oleaje,ola tras ola hasta cubrirlo todo,verde soberanía sin ocasocomo el deslumbramiento de las alascuando se abren en mitad del cielo,

    un caminar entre las espesuras
    de los días futuros y el aciago
    fulgor de la desdicha como un ave
    petrificando el bosque con su canto
    y las felicidades inminentes
    entre las ramas que se desvanecen,
    horas de luz que pican ya los pájaros,
    presagios que se escapan de la mano,

    una presencia como un canto súbito,
    como el viento cantando en el incendio,
    una mirada que sostiene en vilo
    al mundo con sus mares y sus montes,
    cuerpo de luz filtrado por un ágata,
    piernas de luz, vientre de luz, bahías,
    roca solar, cuerpo color de nube,
    color de día rápido que salta,
    la hora centellea y tiene cuerpo,
    el mundo ya es visible por tu cuerpo,
    es transparente por tu transparencia,
    voy entre galerías de sonidos,
    fluyo entre las presencias resonantes,
    voy por las transparencias como un ciego,
    un reflejo me borra, nazco en otro,
    oh bosque de pilares encantados,
    bajo los arcos de la luz penetro
    los corredores de un otoño diáfano,

    voy por tu cuerpo como por el mundo,
    tu vientre es una plaza soleada,
    tus pechos dos iglesias donde oficia
    la sangre sus misterios paralelos,
    mis miradas te cubren como yedra,
    eres una ciudad que el mar asedia,
    una muralla que la luz divide
    en dos mitades de color durazno,
    un paraje de sal, rocas y pájaros
    bajo la ley del mediodía absorto,

     

    vestida del color de mis deseos
    como mi pensamiento vas desnuda,
    voy por tus ojos como por el agua,
    los tigres beben sueño de esos ojos,
    el colibrí se quema en esas llamas,
    voy por tu frente como por la luna,
    como la nube por tu pensamiento,
    voy por tu vientre como por tus sueños,

     

    tu falda de maíz ondula y canta,
    tu falda de cristal, tu falda de agua,
    tus labios, tus cabellos, tus miradas,
    toda la noche llueves, todo el día
    abres mi pecho con tus dedos de agua,
    cierras mis ojos con tu boca de agua,
    sobre mis huesos llueves, en mi pecho
    hunde raíces de agua un árbol líquido,

     

    voy por tu talle como por un río,
    voy por tu cuerpo como por un bosque,
    como por un sendero en la montaña
    que en un abismo brusco se termina
    voy por tus pensamientos afilados
    y a la salida de tu blanca frente
    mi sombra despeñada se destroza,
    recojo mis fragmentos uno a uno
    y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

     

    corredores sin fin de la memoria,
    puertas abiertas a un salón vacío
    donde se pudren todos lo veranos,
    las joyas de la sed arden al fondo,
    rostro desvanecido al recordarlo,
    mano que se deshace si la toco,
    cabelleras de arañas en tumulto
    sobre sonrisas de hace muchos años,

     

    a la salida de mi frente busco,
    busco sin encontrar, busco un instante,
    un rostro de relámpago y tormenta
    corriendo entre los árboles nocturnos,
    rostro de lluvia en un jardín a obscuras,
    agua tenaz que fluye a mi costado,

     

    busco sin encontrar, escribo a solas,
    no hay nadie, cae el día, cae el año,
    caigo en el instante, caigo al fondo,
    invisible camino sobre espejos
    que repiten mi imagen destrozada,
    piso días, instantes caminados,
    piso los pensamientos de mi sombra,
    piso mi sombra en busca de un instante,

     

    busco una fecha viva como un pájaro,
    busco el sol de las cinco de la tarde
    templado por los muros de tezontle:
    la hora maduraba sus racimos
    y al abrirse salían las muchachas
    de su entraña rosada y se esparcían
    por los patios de piedra del colegio,
    alta como el otoño caminaba
    envuelta por la luz bajo la arcada
    y el espacio al ceñirla la vestía
    de un piel más dorada y transparente,

     

    tigre color de luz, pardo venado
    por los alrededores de la noche,
    entrevista muchacha reclinada
    en los balcones verdes de la lluvia,
    adolescente rostro innumerable,
    he olvidado tu nombre, Melusina,
    Laura, Isabel, Perséfona, María,
    tienes todos los rostros y ninguno,
    eres todas las horas y ninguna,
    te pareces al árbol y a la nube,
    eres todos los pájaros y un astro,
    te pareces al filo de la espada
    y a la copa de sangre del verdugo,
    yedra que avanza, envuelve y desarraiga
    al alma y la divide de sí misma,

     

    escritura de fuego sobre el jade,
    grieta en la roca, reina de serpientes,
    columna de vapor, fuente en la peña,
    circo lunar, peñasco de las águilas,
    grano de anís, espina diminuta
    y mortal que da penas inmortales,
    pastora de los valles submarinos
    y guardiana del valle de los muertos,
    liana que cuelga del cantil del vértigo,
    enredadera, planta venenosa,
    flor de resurrección, uva de vida,
    señora de la flauta y del relámpago,
    terraza del jazmín, sal en la herida,
    ramo de rosas para el fusilado,
    nieve en agosto, luna del patíbulo,
    escritura del mar sobre el basalto,
    escritura del viento en el desierto,
    testamento del sol, granada, espiga,

     

    rostro de llamas, rostro devorado,
    adolescente rostro perseguido
    años fantasmas, días circulares
    que dan al mismo patio, al mismo muro,
    arde el instante y son un solo rostro
    los sucesivos rostros de la llama,
    todos los nombres son un solo nombre
    todos los rostros son un solo rostro,
    todos los siglos son un solo instante
    y por todos los siglos de los siglos
    cierra el paso al futuro un par de ojos,

     

    no hay nada frente a mí, sólo un instante
    rescatado esta noche, contra un sueño
    de ayuntadas imágenes soñado,
    duramente esculpido contra el sueño,
    arrancado a la nada de esta noche,
    a pulso levantado letra a letra,
    mientras afuera el tiempo se desboca
    y golpea las puertas de mi alma
    el mundo con su horario carnicero,

     

    sólo un instante mientras las ciudades,
    los nombres, lo sabores, lo vivido,
    se desmoronan en mi frente ciega,
    mientras la pesadumbre de la noche
    mi pensamiento humilla y mi esqueleto,
    y mi sangre camina más despacio
    y mis dientes se aflojan y mis ojos
    se nublan y los días y los años
    sus horrores vacíos acumulan,

     

    mientras el tiempo cierra su abanico
    y no hay nada detrás de sus imágenes
    el instante se abisma y sobrenada
    rodeado de muerte, amenazado
    por la noche y su lúgubre bostezo,
    amenazado por la algarabía
    de la muerte vivaz y enmascarada
    el instante se abisma y se penetra,
    como un puño se cierra, como un fruto
    que madura hacia dentro de sí mismo
    y a sí mismo se bebe y se derrama
    el instante translúcido se cierra
    y madura hacia dentro, echa raíces,
    crece dentro de mí, me ocupa todo,
    me expulsa su follaje delirante,
    mis pensamientos sólo son su pájaros,
    su mercurio circula por mis venas,
    árbol mental, frutos sabor de tiempo,

     

    oh vida por vivir y ya vivida,
    tiempo que vuelve en una marejada
    y se retira sin volver el rostro,
    lo que pasó no fue pero está siendo
    y silenciosamente desemboca
    en otro instante que se desvanece:

     

    frente a la tarde de salitre y piedra
    armada de navajas invisibles
    una roja escritura indescifrable
    escribes en mi piel y esas heridas
    como un traje de llamas me recubren,
    ardo sin consumirme, busco el agua
    y en tus ojos no hay agua, son de piedra,
    y tus pechos, tu vientre, tus caderas
    son de piedra, tu boca sabe a polvo,
    tu boca sabe a tiempo emponzoñado,
    tu cuerpo sabe a pozo sin salida,
    pasadizo de espejos que repiten
    los ojos del sediento, pasadizo
    que vuelve siempre al punto de partida,
    y tú me llevas ciego de la mano
    por esas galerías obstinadas
    hacia el centro del círculo y te yergues
    como un fulgor que se congela en hacha,
    como luz que desuella, fascinante
    como el cadalso para el condenado,
    flexible como el látigo y esbelta
    como un arma gemela de la luna,
    y tus palabras afiladas cavan
    mi pecho y me despueblan y vacían,
    uno a uno me arrancas los recuerdos,
    he olvidado mi nombre, mis amigos
    gruñen entre los cerdos o se pudren
    comidos por el sol en un barranco,

     

    no hay nada en mí sino una larga herida,
    una oquedad que ya nadie recorre,
    presente sin ventanas, pensamiento
    que vuelve, se repite, se refleja
    y se pierde en su misma transparencia,
    conciencia traspasada por un ojo
    que se mira mirarse hasta anegarse
    de claridad:
    yo vi tu atroz escama,
    Melusina, brillar verdosa al alba,
    dormías enroscada entre las sábanas
    y al despertar gritaste como un pájaro
    y caíste sin fin, quebrada y blanca,
    nada quedó de ti sino tu grito,
    y al cabo de los siglos me descubro
    con tos y mala vista, barajando
    viejas fotos:
    no hay nadie, no eres nadie,
    un montón de ceniza y una escoba,
    un cuchillo mellado y un plumero,
    un pellejo colgado de unos huesos,
    un racimo ya seco, un hoyo negro
    y en el fondo del hoyo los dos ojos
    de una niña ahogada hace mil años,

     

    miradas enterradas en un pozo,
    miradas que nos ven desde el principio,
    mirada niña de la madre vieja
    que ve en el hijo grande un padre joven,
    mirada madre de la niña sola
    que ve en el padre grande un hijo niño,
    miradas que nos miran desde el fondo
    de la vida y son trampas de la muerte
    ¿o es al revés: caer en esos ojos
    es volver a la vida verdadera?,

     

    ¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
    otros ojos futuros, otra vida,
    otras nubes, morirme de otra muerte!
    esta noche me basta, y este instante
    que no acaba de abrirse y revelarme
    dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,
    cómo me llamo yo:
    ¿hacía planes
    para el verano? y todos los veranos?
    en Christopher Street, hace diez años,
    con Filis que tenía dos hoyuelos
    donde bebían luz los gorriones?,
    ¿por la Reforma Carmen me decía
    «no pesa el aire, aquí siempre es octubre»,
    o se lo dijo a otro que he perdido
    o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,
    ¿caminé por la noche de Oaxaca,
    inmensa y verdinegra como un árbol,
    hablando solo como el viento loco
    y al llegar a mi cuarto? ¿siempre un cuarto?
    no me reconocieron los espejos?,
    ¿desde el hotel Vernet vimos al alba
    bailar con los castaños? «ya es muy tarde»
    decías al peinarte y yo veía
    manchas en la pared, sin decir nada?,
    ¿subimos juntos a la torre, vimos
    caer la tarde desde el arrecife?
    ¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos
    gardenias en Perote?,
    nombres, sitios,
    calles y calles, rostros, plazas, calles,
    estaciones, un parque, cuartos solos,
    manchas en la pared, alguien se peina,
    alguien canta a mi lado, alguien se viste,
    cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos

                                                    Octavio Paz

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