Es sabido que el ojo humano puede percibir varios millones de matices de color; sin embargo, el lenguaje humano dispone de un número relativamente pequeño de palabras que designan los colores (rojo, amarillo, verde, azul, celeste, etc.). Es interesante señalar que el número de palabras que designan determinados colores es distinto en los distintos pueblos. En los pueblos del trópico (y de las zonas sub-tropicales) existe sólo una palabra para designar el color blanco; en los idiomas de los pueblos de zonas frías hay no menos de 10-12 palabras que designan diferentes matices del color blanco (el color de la nieve recién caída, el color de la nieve esponjosa, el color de la nieve a punto de derretirse, etc.). Es decir que la designación de los colores en el lenguaje está estrechamente ligada a la actividad práctica de las personas y reflejan aquellos rasgos de los matices del color que tienen para ellas una significación práctica. La dependencia de las unidades léxicas del lenguaje de la práctica social es evidente. Por otra parte, surge una pregunta: ¿en qué medida el sistema de denominaciones del lenguaje ejerce de por sí una influencia organizadora sobre el proceso de percepción de los colores?
Conciencia y lenguaje. (Fragmento) A.R.Luria. p. 105 Ed. Visor
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