El 20 de noviembre de 1845 se produjo la batalla de la Vuelta de Obligado sobre el río Paraná, en la zona de San Pedro, un enfrentamiento entre la Confederación Argentina, comandada por Juan Manuel de Rosas, y una escuadra anglofrancesa que pretendía controlar la navegación de los ríos.
El conflicto se desencadenó en paralelo a la tensión que existía en la Banda Oriental desde 1838 entre las dos facciones políticas dominantes: los blancos, comandados por Manuel Oribe, aliado de Rosas, y los colorados, seguidores de Fructuoso Rivera, apoyados por los unitarios, el Imperio de Brasil, Inglaterra y Francia.
Desde hacía varios años, los conflictos diplomáticos con Francia e Inglaterra y Buenos Aires estaban a la orden del día. El primer gran conflicto contra Francia ocurrió en 1838, cuando una escuadra francesa llegó a bloquear el puerto de Buenos Aires y todo el litoral del Río de la Plata y, en octubre de ese año, ocupó la Isla Martín García.
Todos estos enfrentamientos –a los que se sumaba la guerra de Buenos Aires contra Montevideo y Corrientes- estaban teñidos por la guerra civil entre unitarios y rosistas. En octubre de 1840, las negociaciones llegaban a buen puerto con la firma de una convención entre la nación europea y el gobierno de Rosas, pero se mantenía la guerra con el Uruguay de Fructuoso Rivera.
Pero no tardará Rosas en recibir un ultimátum para que pusiera fin a la guerra con Uruguay y permitiera la libre navegación de los ríos. Ante la negativa, comenzó el bloqueo anglo-francés. Era noviembre de 1845 y las fuerzas enemigas se disponían a remontar el río Paraná. Rosas dispuso que se cortara el paso a las naves extranjeras y, dando cumplimiento a la orden, el 20 de aquel mes, Lucio N. Mansilla preparó el escenario.
La batalla tuvo lugar en la Vuelta de Obligado del Río Paraná. Al intentar avanzar varios buques de guerra y mercantes europeos, las fuerzas argentinas, que habían tendido gruesas cadenas a lo ancho del río, procedieron al ataque.
Aunque las bajas de las tropas nacionales fueron diez veces mayores y los agresores lograron avanzar, fue vano su intento de vender las mercaderías y recibieron nuevos embestidas río arriba. El saldo final fue frustrante para los europeos. Los tratados de paz recién se alcanzarían en 1849 y 1850.
Aquella jornada, que desde entonces se recuerda como un acto de defensa de la integridad territorial, fue declarada por Ley 20.770 de septiembre de 1974 “Día de la Soberanía Nacional”.
La recordamos con dos cartas escritas por José de San Martín muy poco tiempo después de iniciarse el conflicto; en la primera, respondiendo a una consulta de Federico Dickson, cónsul general de la Confederación Argentina en Londres, intenta desalentar la continuación de hostilidades por parte de Gran Bretaña y Francia; en la segunda, escrita pocos días más tarde, se dirige a Rosas calificando la intervención de “injustísima agresión y abuso de la fuerza de la Inglaterra y Francia” y manifiesta su apoyo al gobernador de Buenos Aires, lamentando ya no poder ofrecer sus servicios por su deteriorado estado de salud.
Fuente: Julio Irazusta, Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia, Tomo V, La intriga internacional contra la Argentina 1843-1846, Buenos Aires, Jorge Llopis, 1975, pág. 261-292.